18 años también dan para un buen monólogo personalizado.

Si tu hijo o tu hija es una persona divertida, un monólogo personalizado será un regalo ideal para sus 18 años, algo diferente que seguramente, no habrá visto ni él ni sus invitados.

Es fue lo que pensaron los padres de Adrián cuando decidieron contratar el monólogo personalizado para su hijo.

A Adrián, como a tantos chicos y chicas de su edad, le encanta salir con los amigos, los video juegos y el manga. Le gustaría ser muchas, muchas cosas, porque tiene una edad en la que cerrarse caminos es absurdo; ya se los cerrará la vida, no hay que tener prisa.

Sus padres, que como no puede ser de otra manera lo quieren mucho, se pusieron en contacto conmigo para resolver todas las dudas. Hoy en día mucha gente prefiere hablarlo todo por whatsapp, pero creo que para algo así una primera llamada, para que nos conozcamos, es importante. Sobre todo para despejar dudas y reticencias que la gente puede tener.

Es normal: primero no sabemos que tal actuará la persona a la que llamamos. Y si lo hace bien, ¿será demasiado cara? O al contrario, será barato pero malo. Es difícil elegir algo así… y sobre todo, a la persona que se lo regalamos, ¿le gustará? Un libro, una prenda de ropa, pueden devolverse, un monólogo personalizado, no. El humor que utilice el monologuista; ¿será demasiado hiriente?

Todas estas dudas pueden despejarse en una primera llamada, o al menos, eso intento. Sobre el precio de mis monólogos: como a mi me encanta trabajar, aplico las tarifas más ajustadas que dignifiquen mi trabajo y me permitan pagar el alquiler, la factura de la luz y demás. Prefiero trabajar mucho y cobrar menos en cada bolo que al revés. Por eso mis precios son muy, muy ajustados.

Sobre si le gustará o no al protagonista: ¡a todo el mundo le sorprende y le gusta! Que un desconocido se presente delante de ti y sepa tu vida y haya construido un relato a partir de ella… no puede dejarnos nunca indiferente. Enseguida verán que si me río de alguien, es de mi mismo.

Tengo clarísimo el objetivo: hacer pasar un buen rato, un rato diferente y especial al protagonista y a sus invitados. Humor, con amor.

Los padres de Adrián quedaron convencidos tras despejar todas las dudas y nos pusimos manos a la obra.

Les envié un cuestionario específico para personas de 18 años. Las circunstancias generales son diferentes, y las preguntas también lo son. A esta edad es también muy importante la aportación de amigos y amigas, a través de sus anécdotas comunes. A veces cuesta que las chicas y chicos de esta edad colaboren, en parte porque no quieren contar algunas cosas a los padres del protagonista, así que siempre digo a los padres que pasen directamente mi teléfono a los amigos, para que me cuenten todo lo que sea directamente a mí.

Pronto me di cuenta de que Adrián era un joven encantador, lleno de ilusión y ganas de vivir. Tuve que investigar algunas cosas: el mundo del manga, del cómic en general, bucear en sus autores favoritos para a través de sus novelas gráficas, buscar paralelismos entre los protagonistas de dichas historias y el propio Adrián y sus amigos, a partir de algunas de las anécdotas que había recibido. Esa parte le encantó, se quedó alucinado.

También investigué sobre sus juegos online favoritos, y después de hablar un par de veces por teléfono con los padres y con algunos amigos, el guion estaba listo.

Me costó memorizar los nombres de los autores de cómic, de los personajes y de los juegos, algunos eran nombres japoneses, y en algunos casos, opté por «hispanizarlos», de forma que fuese gracioso. Funcionó.

El día de la actuación me presenté en casa de Adrián 10 minutos antes de la hora convenida. Es mejor siempre esperar a que te esperen. Fernando Fernán Gómez siempre decía: «nos pagan por esperar».

Su familia y sus amigos me recibieron de forma inmejorable, se notaba que les hacía ilusión a todos.

Adrián aceptó enseguida su rol de protagonista y el monólogo se nos hizo corto a todos, a pesar de que duró unos 50 minutos. A mi también se me hizo corto, porque me lo estaba pasando muy bien.

Y es que hacer reír es una de las cosas más divertidas que pueden hacerse.

Salí cansado, pero satisfecho.

¡Hasta el próximo, quizá sea para ti!