Hoy vamos a ir juntos a un monólogo a domicilio, para que os hagáis una idea de como es mi día a día.
Esta tarde en un restaurante de Cornellà, Frederic celebrará su 60 aniversario. El, claro, todavía no lo sabe. Isabel, su mujer, sí.
Fue ella la que se puso en contacto conmigo. Me vio actuar en la despedida laboral de su jefa, la directora del colegio donde trabaja. No me extraña que me llamase, aquella actuación fue muy buena, con un público genial, atento y entregado.
Casi seis meses después, se acordó de mi, y decidió ponerse en contacto conmigo para homenajear a su marido. Isabel está muy nerviosa. Ella ya sabe que es un monólogo personalizado, y cree que a su marido le encantará… pero siempre queda alguna duda… A las 20:30 empieza el monólogo, saldremos de dudas…
Ya os contaré. Ahora toca hacer el último ensayo, repasar el texto a la italiana, vestirse, adecentarse… y a disfrutar!
Ya estoy en el restaurante. Frede no ha aparecido todavía. Coloco el equipo de sonido, pruebo el micro, todo perfecto. Normalmente en probar todo esto se suele tardar unos 5 minutos, pero me gusta llegar con tiempo por si surge algún problema, y también por que sé que los nervios están a flor de piel, y nada pone más nervioso que no aparezca el payasete!!!
Quedo de acuerdo con Isabel para que los invitados hagan un corro de bienvenida a Frede, todos con una careta con su cara. Yo me mantengo en un discreto segundo plano. Cuando ya ha recibido la sorpresa, ha saludado, ha besado y ha abrazado a unas 40 personas (debe ser agotador ser tan querido) todos se sientan. Frede está inquieto, supongo que está pensado: ¿que pasará ahora? ¿tendré que hacer algo yo?
He pedido que esté sentado delante de todo, me gusta tener muy cerca a la persona protagonista, puedo de esa manera saber en cada momento que tal le está sentando que hable de un tema o de otro, así, si veo la menor sombra, cambio rápido de tercio. Es lo bueno de ser un improvisador nato. O de tener un montón de hermanos mayores, quizá.
Isabel se levanta y me presenta: ahora sí!!!
La gente está super predispuesta, así es muy fácil que todo salga bien. Nada más aparecer recibo un aplauso: por supuesto inmerecido, porque todavía no he hecho nada, pero claro, a mi me da un subidón impresionante: ¡es genial que te quieran por que sí!
Empiezo fuerte, haciendo referencias a un par de manías que tiene Frede cuando cena fuera. Con la primera, veo en la cara que piensa: vaya, lo ha acertado. Con la segunda, además de reírse me mira extrañado: ¿cómo los sabes? se lee en sus ojos. Ese momento me encanta.
Poco a poco, entre risas y momentos geniales, voy desgranando su vida, que está siendo plena y entretenida, la verdad. Múltiples aficiones, múltiples amigos y círculos de amistad.
He encontrado tantos momentos de su vida con los que montar gags que, inevitablemente, el monólogo se extiende bastante: más de 4o minutos!!!
Al final, sudado, cansado, satisfecho: Frede se levanta y me da un abrazo. El también está emocionado. Isabel por fin, descansa, ha sido como esperaba y todos contentos, como podéis ver aquí:
En fin, un trabajo maravilloso, para gente maravillosa. Nos vemos!!!