Desde el mismo momento en que cruzamos la puerta del teatro «La Báscula» en Sabadell, la anticipación se podía sentir en el aire. La atmósfera estaba cargada de expectación y emoción, ya que nos preparábamos para presenciar el talento único de Pep Ruiz, el renombrado especialista en monólogos personalizados. En esta ocasión, la estrella del espectáculo sería Carles, un hombre de 70 años cuya vida sería el hilo conductor de la noche.
El escenario estaba iluminado con destellos de luz tenue, creando un ambiente íntimo y acogedor. La sala se llenaba de risas y murmullos mientras el público se acomodaba en sus asientos, ansioso por sumergirse en la narrativa personalizada que Pep Ruiz había preparado para la ocasión.
El telón se alzó, revelando a Pep en el centro del escenario, micrófono en mano, con su característico carisma y presencia magnética. Comenzó a tejer la historia de Carles, entrelazando anécdotas y experiencias en un relato cautivador que mantenía a la audiencia pegada a cada palabra.
Durante 40 minutos, Pep Ruiz nos transportó a través de las distintas etapas de la vida de Carles, desde sus años de juventud hasta las vicisitudes de la adultez y la sabiduría que la edad avanzada trae consigo. El guión estaba hábilmente construido sobre las peculiaridades y las alegrías de la vida de Carles, transformando sus vivencias en momentos cómicos y reflexivos.
La audiencia no dejaba de reír, con carcajadas que resonaban en las paredes del teatro. Pero también hubo momentos de silencio respetuoso, cuando Pep tocaba las fibras más profundas de la existencia de Carles, recordándonos a todos que la comedia puede surgir incluso de las situaciones más conmovedoras.
Pep Ruiz no solo demostró su destreza como comediante sino también su habilidad para conectar con la audiencia de una manera única. El monólogo no solo era sobre Carles, sino que también se convertía en un espejo de nuestras propias experiencias y emociones. La empatía fluía libremente en el teatro, creando un lazo especial entre el escenario y la platea.










Al finalizar el monólogo, el aplauso resonó con fuerza en «La Báscula». Pep Ruiz, con una sonrisa humilde, agradeció a todos por ser parte de esa noche tan especial. La experiencia de presenciar un monólogo personalizado de esta índole no solo nos hizo reír y reflexionar, sino que también dejó una huella imborrable en nuestros corazones, recordándonos la magia de la comedia y la belleza de compartir nuestras historias.