Marta me había visto actuar en la fiesta de la escuela donde trabaja, había hecho un monólogo para los profesores. Se ve que le gustó y meses más tarde, contactó conmigo.
Ahora sería diferente. Una amiga suya se casaba, y me preguntó si también podía hacer una despedida. ¡Por supuesto! fue la respuesta.
Nos pusimos en marcha. Núria, la novia tenía mucha vida detrás. Es una mujer con experiencia y con ganas de vivir, que se bebe la vida cada día hasta el fondo. Es todo vitalidad, humor, atrevimiento. Una mujer intrépida, que se pone el mundo por montera y se apunta a un bombardeo.
Marta y las amigas quisieron centrar el monólogo en la experiencias que Núria había tenido con ellas. Como suele ocurrir, habían diferentes grupos de amigas; de un trabajo, de otro, del colegio, amigas de la infancia… De cada grupo recibí mucha información. Anécdotas que fuera de contexto, son difíciles de entender y sobre todo, valorar para ver si podían utilizarse o no en el monólogo.
Tuve que llamar a una portavoz de cada grupo, para que me explicase con detalle algunas dudas. Estas llamadas ayudan a conocer más a tu público y sobre todo, a la protagonista del monólogo personalizado.
Todas las amigas colaboraron encantadas y me ayudaron en todo momento.
En las despedidas de solter@, suelo contactar también con la pareja, pero en este caso, al centrarme solo en las amigas, no lo hice.
Después de preparar el guión y empezar los ensayos, cambié algunas cosas y volví a preguntar cosas a Marta, algunas dudas salen a última hora!!!
Por fin llegó el gran día.
Cuando llegué al restaurante, llevaban toda la tarde juntas, y no precisamente leyendo a Kafka… Núria esta eufórica, por la boda, por estar rodeada de amigas… ¿el alcohol tenía algo que ver? quizá…
Se oyen de fondo en el vídeo:
Cuando Núria me vio aparecer, pensaba que era un boy. ¡Gracias Núria! Tú, que me ves con buenos ojos. Enseguida se dio cuenta de que la cosa no iba por ahí y se dejó llevar.
Costaba hilar las diferentes anécdotas de los diferentes grupos, pero el éxito fue total. Todas rieron mucho, el monólogo personalizado funcionó y la novia estaba encantada.
Y yo, más. Fueron increíbles como público y me lo pasé de cine.



