Celebrar tu boda con un monologuista: puede parecer extraño, pero Pep Ruiz puede unir cierta solemnidad y emotividad deseada en una boda con el humor de todo buen monólogo.
Miriam y Artur eligieron esa opción y el resultado fue más que el deseado por ellos mismos.
Un mes antes, Miriam se puso en contacto con Pep Ruiz y empezaron a plantear primero como querían que fue la boda. A Pep le fue quedando cada vez más claro: sencilla, informal y divertida.
Pep Ruiz también habló con los dos novios, por separado para saber cosas de ellos, de cada uno de ellos, pero desde la mirada del otro.
También habló con dos amigas comunes, una de ellas, además, trabajaba con los novios cuando se conocieron: eso era una mina para preparar el monólogo personalizado, desde luego.
¿Cómo plantear una boda con monólogo personalizado? ¿Qué parte tiene que haber de humor y qué parte de emoción? Encontrar el equilibrio entre las dos cosas es sin duda una de las claves para conseguir una bonita boda, inolvidable para todos.
Uno de los hilos de los que tiró Pep fue Africa, la hija de los novios, que con solo 4 añitos, sería una de las protagonistas, entregando los anillos y participando en algunos momentos junto con Pep.
Habían planeado que la boda sería al ire libre, bajo un árbol, pero la intensa lluvia obligó a celebrarla en un recinto cerrado, una hermosa masia del siglo XIV, con unos techos impresionantes y grandes muros de piedra.
Tras la llegada de los novios, y la irrupción de Africa, Pep dio rienda suelta al monólogo.
Los invitados estaban algo descolocados, Pep había conseguido introducir el rumor de que la boda la haría un juez de paz y que sería muy aburrida. Los primeros gags cogieron a todos un poco desprevenidos y esa sorpresa inicial fue genial, funcionó muy bien.
Después, todo fue rodado, Pep explicó, desde el humor, como eran ellos, cómo se habían conocido y cómo era su relación. Todo fue muy divertido, pero Artur y Miriam forman realmente una gran pareja así que era hasta inevitable que la emoción fuese apareciendo por momentos.
Y así fue. Al final, el casi acaba llorando fue el novio. Miriam, aguantó el tipo, pero desde luego, la procesión iba por dentro.
Finalmente, hubo beso y hubo sí. Hubo boda, hubo risas y hubo emoción.
La lluvia incesante quedó en una anécdota!!!!